Cuando el brillo de mis ojos me lo nuble el tiempo,
cuando el frío en mis huesos me cale de invierno,
¿aún podré amarte, amor, y que seas mi sueño?
Cuando aguarde que me llegue el postrer aliento,
cuando el recuerdo se haga niño y la vida averno,
¿aún sabré amarte, amor, y que seas mi dueño?
Temo la llegada de esa ausencia de sentimiento,
de esa espera vacía de esperanza, de ese hielo
de insensible sufrimiento, sin nostalgia ni anhelo.
Quisiera morir antes, amor, en tu abrazo; en un beso
fundir mi último suspiro en tus labios; que tu desvelo
en tus noches sin mí te evoque el fuego de mi deseo.
Pues sólo así, amor, tendrá sentido mi sufrir y tu duelo ...