Me voy de ti poco a poco.
Ahora siento
que el tiempo ya no está detenido
ni cautivo el latido
ni el sueño ahogado.
Ya no te busco en mi lecho
ni te lloro hasta el alba,
y aunque siga parda mi luna
ya no ansío como tuya
su calma claridad de plata.
Te me vas poco a poco.
Ya sólo evoco
tu caricia más leve
tu sonrisa más breve
tu silencio más callado.
Se apaga la llama, y no lo lamento,
pues así, en mi tierra agostada,
reverdecerán las retamas
por lo menos
hasta el próximo incendio.
Y para entonces
tal vez
no seas fuego.
Y para entonces
quizás
yo no arda.
La flojedad del corazón, acompaña a la debilidad del alma y nos hace complices de un dolor que nos rompe por dentro. ¿Qué tendrá el amor
que nos acaba corroyendo como si de un ácido maldito se tratara?
A veces, el querer no se acaba por falta de interés, sino por miedo a la pérdida de la eternidad buscada en su inicio.
Sigues siendo el referente de la hermosura poética en esta página, la belleza que transmites no es ajena a ningún lector que acabe por llegar a tu mundo. Todo lo que escribes se impregna de tu magia y acaba sinduda por echizar al lector y sin más hacerle tuyo.
Un placer inmenso leer tan cautivadores versos, que acaban por hacerme reo de tus pensamientos.
Me guardo tus versos.
Un beso, amiga.