Mi voz dejará su huella en tu orilla callada,
doliente te llamará su sombra alargada,
y su eco penitente resonará en tu oído
cuando a la nívea luna la alcance el frío
de la silente claridad que dibuja el alba.
Inhiesta en la proa de una nave fantasma
conjuraré a las aguas de tu nostalgia,
allá, allá donde las estelas del destino
lentas se arrebujen entre espuma y algas,
naufragadas en blanca sal y arena parda.
Los pulsos del tiempo, batientes en el sentido
inverso a las marejadas, rosario de latidos
rompientes en caracolas de irisado nácar,
marcarán deshoras en tu piel de runas y ámbar,
recuerdos venideros de memorias ya pasadas.
Rugirán las galernas sobre la nave encallada
sin gobierno ni bandera, mientras el bramido
del viento la azotará solitaria y atormentada
desde este infierno sin frontera, triste hálito
de un suspiro de mi voz que tu amor reclama.