Noche cerrada. La playa vacía de cuerpos y almas.
Desde mi ventana, escucho a la luna cavilar sus silencios
prendidos en su halo de plata irisada.
Un mar de aguas remansadas mece su espuma
de sal y algas, cuajada sobre arenas que el viento
emigrara en galernas ya pasadas.
Vaga rumoroso el rompiente de las olas;
en el horizonte , las farolas de los pesqueros
titilan su luz entre gaviotas y luceros.
Las dunas destellan blancas; el cielo pinta
su añil con estrellas albas. Sueño y paz
en esta hora bruja de ánimas.
Noche cerrada. Y yo, convidada de piedra en penumbra,
desde mi atalaya asisto, alta y oscura,
al aquelarre de la soledad.
Un gusto en volver a leer un tema tuyo, y como siempre son magnificos.
Saludos