Un vaivén incesante de olas mece la superficie marina
lamiendo con sus crestas ocres y saladas el cielo estrellado,
se oyen murmullos de marineros espíritus que surgen del fondo
gimiendo soledades en espacios oscuros e insondables.
Almas que se disuelven en el salitre de las yodadas aguas,
cantos de sirenas que ondulan a universos tristes,
mientras una gaviota gris las contempla desde lo alto
oteando horizontes que a sus ojos les están vedados.
Difuminan las nubes el amarillo sol en el ocaso
y una lluvia de suspiros se vierten en agrisadas simas,
siento la balsa de mi naufragio llegar sencilla hasta tu frontera
ávida de remansarme en un edén ilimitado de sonrisas.
Se ven delfines que navegan en el mundo de tu belleza
y ballenas fuertes y bravas que surcan los confines de tu alma
intentando surgir de tus entrañas, volviendo de nuevo a ti,
como vuelve el sol a alumbrar amaneceres de esperanza.
La Luna espera impaciente la vuelta del hijo pródigo
para acunarlo bajo su faz de madre amante y venerada,
naturaleza marina, fuente eterna de acuosa vida sumergida,
que espera ser origen, fundamento y esposa abnegada.
Para así cumplir con el más ancestral de todos los ritos conocidos
y renovarse en cada brisa que susurra, en cada mágico encuentro
que poco a poco nos acerca al mar lunar de inmensa ingravidez
cual inmenso globo que surcara su bóveda fría y calma.
Llev?is la sal marina impregnada en vuestras palabras.
Un bello poema a dos bandas.
Un abrazo a los dos