Bar de copas, sábado por la tarde, un hombre con una mujer, el hombre abre la puerta:
- Por favor pase usted-
- Gracias-
Una mirada furtiva, y piensas, ya no quedan hombres así, que suerte tiene esa mujer, me deja pasar a mi, luego a ella, y deja caer su mano suavemente por su espalda, se dan un beso, se despiden por un instante, los lavabos están separados apenas por un tabique, y tu vuelves a tu lugar, con la misma gente, pero en realidad lo que quisieras es, por lo menos conocer a ese hombre.
Se sientan en una mensa, piden un vino los dos, miradas cómplices y a mi me embarga la envidia, toda mujer sueña con un Príncipe Azul, el va vestido con un traje, vete tu a saber lo que vale, eso es lo de menos, su sonrisa su mano cómplice y beso de película.
Tu gente decide que se va a otro sitio, pero yo de buena gana me quedaría a ver la película de esos dos extraños, ella es guapísima, pero él, es para derretirse, te vas, pero en el fondo sigues allí, y piensas, solo divagas mientras andas.
Creo que la vida nunca me dará un hombre como ese, solo te quedan los sueños Daniela, solo los sueños.
Que pocos quedan así.