Tomaste mi corazón, masa inerte y sin color,
lo estrujaste, lo aplázate, y lo moldeaste
de acuerdo a imagen y semejanza del tuyo.
Lo dotaste de brillo, refugio y algo por lo que palpitar,
le diste calor al tenerlo en tu pecho,
le diste la fuerza suficiente para que haga fluir
sangre nuevamente por mi cuerpo.
Y por ultimo le ofreciste paz,
cariño y un lugar a donde ir
siempre que busque consuelo.
No curaste su cáncer de seguir viviendo,
pero le diste algo por lo que vivir.
.
..
…
Tum, tum, un pequeño sonido que día a día
repite tu nombre incesantemente.