La noche se disipa mientras el rey sol invade los rincones de este mundo aparte del mundo que tose. La escarcha cruje en un desperezo mortal liberando de su fría jaula a hojas, brotes, y frutos. La bruma, feliz, eleva su cuerpo etéreo ante el calor de los primeros rayos. Empapa y nutre a flores que lavan su carita con su gas perfecto.
Hormigas, escarabajos, ratoncillos y conejos e incluso duendes y nomos, todos van abandonando poco a poco su mundo de sueños y pesadillas para estirar antenas y orejas y abrir sin espanto ojillos legañosos. La luz avanza implacable bañando de colores a los habitantes del bosque. Todos van sonriendo contentos por seguir vivos un día más.
Cada uno a su manera: lo árboles en su abrazo de hermano mayor a los que tiene a sus pies; los insectos en su incansable laborar por el bien del ciclo natural; los reptiles dándose ese baño de calor mañanero que tanto les gusta; pequeños mamíferos amamantando a sus cachorros deseosos de terminar para salir a corretear y jugar a guerras inventadas y cazas de mentirijillas y pájaros y pajaritos componiendo la banda sonora de su hogar.
Todo esto vive el bosque. Todo esto a espaldas del mundo gris de la ciudad. Todo esto en la privacidad de sus rincones, feliz de no ser visitado por humanos indecentes que no saben hablar su idioma ni hacen nada por intentarlo, como alemanes en Ibiza.
Disfruta tu tiempo, amado bosque, disfruta y exprime tu vida porque nunca se sabe cuando llegarán las maquinas cortadoras de cabezas.