No es mi caso. No siento que me conforme con poco. De hecho tengo exactamente lo que quiero. Un amor eventual. No quiero otra cosa.
Y no quiero mas amor en mi vida que el puntual.
Y para mi, lo que me da un amante, un buen amante, no es una limosna ni mucho menos. Es un inmenso regalo que disfruto y paladeo con placer. Yo también ofrezco lo mismo, ni mas ni menos.
Tenemos distinta visión de lo que es el amor, el sexo y las relaciones de pareja. Pero eso no quita para que te agradezca y me agrade tu visita y tu esfuerzo al dejar un comentario. Un abrazo
Cierto, Diáfana. Supongo que estaba viendo las cosas con el cristal de Protágoras, aquel sofista para quien el hombre (es decir, uno mismo) es la medida de todas las cosas. Relativismo, que le llaman, la homomensura... Gracias por tu aclaración. Saludos (y muy bello texto, en verdad)
¡Sencillamente increíble y muy sensual! Tenés una manera de relatar que es inquietante, desborda de pasión. Mis felicitaciones y respetos.
La pasión es una droga a la que soy adicta.
Si tu la sientes al leerme he conseguido mi objetivo.
Gracias por tu buena crítica Rubén.
Besos y abrazos tiernos.
Ah, las mujeres, a veces, nos conformamos con tan poco... Bien de aquellos hombres que saben administrar sus limosnas y mantenernos en el cenit de la felicidad sólo cuando su agenda les dé ciertos minutos de libertad. Y qué intensidad y desborde en tus palabras, Diáfana. Somos tan poco mezquinas cuando el amor nos llena.