La distancia más corta entre un verdadero sueño y el alma, habita en un silencio intimo que se esconde lejos de la piel, entre el fuego, y la blanca mirada de una palabra llena de ilusión, que nace incluso antes, que nuestra mente.
El sueño más deseado, el que atraviesa la vida entera, el que te hace vivir como un extraño en tu cuerpo, ese sueño, el que nunca te abandona, un sueño que golpea tus vísceras; es el sueño del espíritu, un sueño que anida en el fuego sagrado de tu ser.
Eres lo que este espíritu decida siempre, aunque lo ignores gran parte de tu vida, aunque la riqueza deslumbre tus ojos, y encandile tu alma, aunque mires de lejos al mundo, y solo atisbos de conciencia te dejen huellas.
Aunque por momentos nuestra pobre voluntad no pueda arrastrar más nuestro cuerpo siquiera un paso, allí estará nuestro sueño, siempre esperando, siempre durmiendo.
El camino avisa siempre, y los mojones del destino te van guiando, aunque la imaginación se canse de darte las señales que avizoran el porvenir autentico.
Inédita, es la condición que nos hace andar como seres de barro tanto tiempo, sonámbulos y confusos, pero el brillo en algún momento se vislumbrara, aparecen como un Déja Vu; pero parece que siempre nos quedamos dormidos.
Por cierto, los tiempos de la revelación de estos sueños, nunca serán los tiempos terrenales, se hayan en la inconmensurable letanía del ser, luego, seremos seres de oro.
La verdadera esencia del hombre superior, algún día engullirá en sus fauces del destino la frívola levedad del ser, y su conciencia espiritual, nacerá tan rápido como un rayo, en el mismo momento en que nacemos.
Algún día, esto deberá suceder así, antes de terminar tan extraviados siempre en los sueños de otros espíritus, que nada tienen que ver, con nuestros propios y auténticos sueños.
Aveces nos perdemos en otros sueños que no son
los nuestros y olvidamos nuestra realidad.
Con lo hermoso que es soñar y encontrarnos a nosotros
mismos,atraves de ellos.
Un abrazo