"La muerte es bufona donde el tiempo solo espera que se haga la nada."
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Todos los pasos estaban vacíos,
se esfumaban y volvían infinitas veces,
hasta que algo sucedió y todo se detuvo en un instante,
la huella inerte se perdió en un silencio que se hizo eterno.
La única noche que quedaba esperaba agazapada,
junto a un presagio que dormía sumido en su oscuro vientre,
la memoria se perdió en el olvido,
nada se movía detrás del último aliento.
Los sueños, las ilusiones, la piel y los huesos,
el suelo y las paredes se alejaban detrás de una paz muda,
todo desaparecía y lo real dejaba de serlo,
lo último que se pudo escuchar fue una sola palabra...era la última.
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Cuando la amistad llega al final de los días, yo creo que el dolor no debería impedirnos estar. No importa en ese momento nuestro corazón, lo que debería importar es el corazón que se detiene.
Espero no tener que ver nunca más un acto de egoísmo tan grande como la ausencia de quien debería haber estado presente, y pudiendo, no lo estuvo. No tenía motivos para ausentarse, lo sé. Solo hay que cerrar los ojos y mirar con el alma.
Este es mi humilde recuerdo para alguien que aprecio y que acaba de marcharse para siempre.
Yo no era su mejor amigo en esta vida, simplemente estuve con él hasta el final.
Siento tu dolor Diego, se siente una honda pena en tu bella poesía.
Creo que deberíamos rebuscar en nuestro interior y sacar nuestra humanidad en el momento en el que se necesita, sería una buena actitud.
Un abrazo.