Un viento casi fantasma,
se lleva nuestros cuerpos lejos del tiempo,
sin importar los motivos,
el mundo no se detiene y nos mira.
Nos perdemos en una metáfora viajera,
nuestros pies no dejan huellas,
muchas vidas nacidas de un verso,
sonríen esplendidas desde el olimpo.
Siempre tomados del alma,
miramos las copas de unos árboles floridos,
las flores vuelan,
serpenteando aromas diversos.
Alcanzamos lo que queda del día,
Imaginando esplendidos querubines,
jugando entre las galaxias,
nuestro espíritu se expande.
Al despertar los ecos del viento,
funden nuestros cuerpos en el aire,
una luz sensual desde los poros,
lleva nuestra piel hasta el final de la noche.