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Aquella Historia de Café

Me dolían tus miradas aceradas mientras Raúl se enervaba con la cuesta abajo de Carlitos Gardel, Ulises narraba magistralmente las últimas escenas del dólar mambo de Paul Leducq y Universi nos bombardeaba con los jardines interiores de su Amado Nervo. Pero tú me mirabas tan intensamente y con tal fiereza que me dolían tus arrebatos porque yo te silenciaba en mi interior pintándote en la rosada servilleta de papel aquella representativa narración de tus ojos que tanto había aprendido del tarifeño Pérez Villalta.

Tomábamos café. Entre ellos y tú yo sólo me introducía en tus miradas que entonces, en medio de la madrugada bohemia, se hacían más dulces, tan dulces que cuando terminé de dibujarte me regalaste una sonrisa tan específica que no tuve más remedio que sacarte hacia el exterior y allí, bajo la rielante luna, a modo de pícara molinera, me pediste que cantara para ti. Pero que cantara sólo con el corazón.

Por eso en aquella noche bohemia de tangos, cine y poesía, te volví a introducir en el interior del cafetín y en el interior de mis entrañas te envolví en la América de mi Alcoba que con tanto entusiasmo había compuesto sólo para complacerte. Sólo para ti canté aquella canción que un loco con guitarra extendía por entre las mesas como una resonancia de voz invitándote a viajar en el guajiro del tráfico de la bahía. Aquella especie de guajira cubana aflamencada a lo español, que tan hondamente brotaba de aquellas mis entrañas era lo que te había compuesto para ti, llenando el vaporoso ambiente de un especie de sublime mezcalina. Todos pensaron que había interpretado mi canción para cada uno de ellos, pero la verdad era que yo sólo cantaba pensando en ti y por eso cuando en la posterior tertulia alguien me preguntó de dónde había yo sacado aquella inspiración, dije simplemente que de la onda energética de una mirada de mujer.

Y seguiste mirándome toda la noche sin que Raúl y menos aún UIises o Universi, se dieran cuenta de que entre ellos y tú yo sólo me introducía en tus ojos que sentía como sorbos de café ardiente.

Despues, cuando ya estuvimos solos cuerpo a cuerpo nada más y sin frontera alguna, me volviste a pedir que te cantara otra vez aquella América de mi Alcoba y yo te la introduje sílaba a sílaba, silentemente recorriéndote centímetro a centímetro en cada estrofa de tu piel. Y así nos saludó la mañana...
Diesel02 de septiembre de 2008

3 Comentarios

  • Dama

    Una bella y ardiente noche de amor fruto de una canci?n , Diesel has relatado tan bien la historia que he estado viendo las im?genes mientras leia...me ha gustado mucho por la sensualidad que encierra.......el poder de una mirada hace milagros.
    Feliz noche

    02/09/08 08:09

  • Diesel

    Caf?Libro. Quito. Verano de 2000. Noche bohemia entre tangos, cine y poes?a. Cant?. Cantamos. Y nos dieron las tantas...

    02/09/08 10:09

  • Dama

    Enso?ador ...me gust? la historia mucho ...Estoy preparando la entrevista , ma?ana por la tarde la tendras en tu correo .

    Feliz noche , no puedo estar mucho por aqu? ...hoy ha sido un dia extra?o . Un bezzzote

    02/09/08 10:09

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