Suena la canción mientras, oculto en las sombras, estás tú esperando la hora propiciatoria como buitre que eres y con las mariposas convertidas en polillas... para saltar, como un tigre, sobre las ingenuas gacelas. Porque tú siempre rompes las estrofas encabalgando con tu potro salvaje. Pero no. No podrás alcanzarla a Ella porque Ella está muy lejos, muy lejos de tu brujeril círculo de tiza sobre el suelo. Está viviendo en el interior de la Poesía. ¿Y qué sabes tú de poemas escritos con el sentimiento si sólo te gustan los ávidos tesoros de las monedas?. Te pierdes en el vacío de los basureros donde sólo encuentras ratas con olor a petrodólares. Las ratas salen a la Luz y la Luz las destruye lentamente. Y yo te envío, de paso, el último adiós. Tranquilo estoy sentado y sonriendo... mientras pienso sobre aquellos de "una de dos o me llevo a esa mujer o entre los tres nos las arreglamos para pasarlo bien". !Eso no te lo crees, cantautor de los encantamientos, ni aunque cojas las grandes borracheras de tu círculo de amistades!. No. Que Ella y yo no necesitamos para na que tú entres en nuestra cama. ¿Enterado ya, don Luis Eduardo?. Pues eso. !Quédate con tu hermosa Grandeza que Ella y yo nada tenemos que ver con las cenizas de tus lujosos cigarrillos!. Has de saber que hace ya mucho tiempo que hemos cruzado "la última frontera" y ahora estamos en "la frontera sin límites". Cosa de la vida, Luis Eduardo. Cosas de la vida. Que el tren cuando llega al final del mundo siempre sabe volver... a tiempo... Luis Eduardo... para darte el último adiós.

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