La cálida escritura de la flor enhebrada en la hiedra del camino, con un pie nuevo en el abismo del tiempo, se esfolia en un despertar distante. Es el reinado del péndulo acelerado en el cual se recogen todas las manos libres de las gavillas del sueño. Como los amantes reunidos se sostienen en sus posesiones, así la cálida escritura de la flor escribe una frase innumerable; llena de sílabas de infinito cielo (con sus desafíos, con su fragor, con su suspenso en los mismos significados) y fuera de ella, dormidos y radiantes, se dispersan todos los sentidos.

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