Nace el hombre y va creciendo
a su lado una mujer.
Y los dos van conociendo
palabras de amor y placer.
Ella consuela lo importante
que él no logra comprender
y siempre, en todo instante,
los dos se llegan a entender.
Cuando miran al cielo descubriendo
que existe un Supremo Ser
ambos siguen comprendiendo
lo importante que es creer.
No tienen fe en los sacerdotes
ni en las gentes del poder;
sólo creen en los aportes
de su hermoso proceder.
Ambos aman las estrellas
y el sol del atardecer
y van siguiendo las huellas
de la luna al anochecer.
Y Dios desde las alturas
bendice el acontecer
de esta pareja sin ataduras
que viven sin fallecer.