Etéreos, corporales,
callados, locuaces,
eternos y fugaces;
hierro forjado
frágil cristal.
Son los ocho sentidos
convertidos,
aire y metal,
en ocho voluntades
reales e irreales
en cada mitad.
El primero tiene ojos de gaviota
y mira siempre la distancia
como una remota
presencia universal.
El segundo manos de fuego
con las que desmota
lo primordial.
El tercero tiene miedo
de ser sólo cieno
dentro de un rosal.
El cuarto es un misterio
que sabe a fresal.
El quinto alma de trovador
que canta poesías
en medio de un trigal;
el sexto, aire de viento,
estruja el pensamiento
dentro de la edad.
El séptimo se pierde
en el equilibrio errante
del caminante
que busca un lugar
donde el octavo, herido,
hace siempre nido
para allí llorar...
Son los ocho sentidos
convertidos
aire y metal,
en ocho voluntades
reales e irreales
en cada mitad.