Salvar la vida, extraña condenada
a ser un punto perdido en lo eterno:
aquello que se nutre, débil y tierno,
enteramente de la hora amada.
Una relación de lo humano con la sagrada
cuestión del tiempo primavera e invierno,
el íntimo afán de ser infierno
para el alma de esta vida inacaba.
En el eje de la primicia remontada
se encuentra la frontera inanimada
de la muerte y el final de este concierto.
Pero más allá de la vida alimentada
queda la otra, la que está inaugurada
en el sueño perenne de lo incierto.