Lejos está el beso que nos dimos
y la rama de árbol de naranjas
donde pudimos saciar la sed...
Lejos están los rosales del parterre
en medio del jardín de nuestro idilio.
Lejos están las palabras cegadas por Cupido
y los vientos arrullando en tu cabello...
lejos están las músicas sonámbulas
de aquel anochecer entre silencios.
Lejos están las manos rozando tus caricias
y los ojos mirando los sueños
que rozaban la mística utopía
de los caminos sin fin sin fin sin fin...
Lejos... muy lejos... están las olas
que cubrieron partes de nuestros cuerpos
para irse después hacia el oriente
de nuestra playa caliente y solitaria.