Maldita realidad, asfixias tanto como dueles. Ya casi no recordaba la sensación de vacío, la ansiedad que provoca tener el alma en pedazos.
Olvidé lo que es dedicarte el día a buscar excusas para hablarte o estar constantemente pendiente del móvil por si me envías algún mensaje que nunca llega.
Otra vez he vuelto a reír sola, hablar sola, como si tuviera alguna disfunción neuronal.
Otra vez las discusiones tontas, las mentiras y las frases a medias. La falta de comunicación, la ausencia de amor y el desprecio insano.
Vendrá bien tomar distancia un tiempo, visualizar todo con otra perspectiva, ser yo sin necesidad de nadie.
Retomar la seguridad y la confianza que desdibuje por el camino, aficionarme otra vez a lo que me gusta y no distraerme con menudeces absurdas.
Una vez más se cierra el ciclo, y todo vuelve a la normalidad.