Cuántas expectativas ponemos en cómo deberían las cosas en lugar de aceptar cómo son.
Cuantas veces queremos cambiar lo que nos rodea, sin querer aceptar lo que es.
Aceptar no es lo mismo que resignación.
Aceptar es darte cuenta cuando es mejor soltar, dejar ir y seguir caminando hacia delante.
Pero caminar con la mirada al frente, sin mirar hacia atrás echando de menos lo que fue y lo que podría ser.
Pecamos de inventar un mundo paralelo donde todo es como nosotros queremos y justo ahí vamos creando nuestra felicidad, en una realidad imaginaria y que no existe. Por eso idealizamos a las personas, las situaciones y lo que nos rodea. Por ese mismo motivo nos decepcionamos, nos enfadamos y creemos fallar.
Nada es erróneo cuando no te crees tus propias expectativas. Yo me he cansado, de crear un mundo imaginario, tanto para bien como para mal.