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Yo Me Quedo En mi Propio Yo

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Nunca escogiste vivir en el plano teórico pero fue lo que te enseñaron desde muy pequeño. Teorías, principios, conceptos, definiciones, etiquetas, teoremas. Fórmulas magistrales que te sirvieron para fabricar el castillo de tu identidad.
Terminaste por comprender que la realidad era una falacia engañosa e intrincada si no era capaz de superar unos mínimos controles de calidad. Antes había que limpiarla de excrecencias. Liberarla de excepciones. Reconducirla por el camino recto evitando innecesarios rodeos y esas espesuras farragosas que no llevan a ninguna parte y solo generan confusión e incertidumbre.
La realidad debe ser recta, cabal y luminosa. Como una luz en medio de las nieblas o una autopista que abriese el Amazonas como un puñal.
De esa manera construiste tu mundo, claro y preciso. Sabiendo en todo momento cual camino escoger. Trazando líneas maestras para separar divergencias. Los nuestros a un lado, los contrarios al otro. Yo aquí, en el centro de mi propio castillo personal, y vosotros allá ocupando círculos concéntricos y progresivamente más alejados
Te fue bien, nunca engañaste a nadie. Aunque tus detractores te acusaran de falta de flexibilidad. ¿Falta de flexibilidad por cumplir con tus principios y axiomas?
No había sido suficiente, habías construido un precario castillo de arena y la epidemia lo ha chafado. Maldita epidemia. Maldita la vida siempre tan imprevisible.
Deberás construirlo de nuevo solo para ti mismo y sin la presencia obscena de los demás. A salvo de cualquier contingencia.
Podrás recrearte mientras perfilas las almenas, allanas el adarve y haces un bonito foso para que no te invadan las alimañas dañinas. Allí dentro, serás feliz y estarás a salvo de cualquier riesgo. Nadie te conocerá. Nadie contemplará la majestuosidad de tu torre de homenaje ni la austera elegancia de tu patio de armas.
No importa.
Podras diseñar cada detalle con mimo y será más fuerte, más sólido, más hermoso. Disfrutarás con él y en él, sin temer a interrupciones, conflictos y contagios.
Los castillos de los demás acabarán recalentados por el sol. Ablandados por el agua. Pisoteados por la gente. No están seguros en la intemperie. Nadie está seguro ahí fuera. Mejor no corras riesgos.
Tienes que expresarlo de forma rotunda y repetirlo sin cesar: yo me quedo en mi propio yo. Encerrado allí dentro, disfrutarás de tu obra. Tu obra definitiva.
A cubierto.
Doctorkrapp17 de abril de 2020

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