Una nube retorcida de mosaicos
abreva la esperanza de pasos
de ecos sigilosos
de una silueta encaramada en la sombra.
Mi cuerpo es un gato al acecho
entretenido con cualquier ruido
con visiones de penumbras
que delinean cejas arqueadas bajo la ventana
en un rincón donde la luna
no puede ni debe descubrir.
El suave olor de tu vientre
- húmedo río de miel -
llega deslizándose por el lomo de madera
- aún antes que tú -
ambos en el encuentro fortuito
ronroneamos en un pentagrama de oídos
en la angustiosa y delirante espera
de otros pasos en la escalera.
Esos pasos en la escalera, esa espera, ese momento ha sido precioso como haber estado por un minuto en ese rincón leyendo en donde la luna no puede entrar y descubrirnos.
Olor a miel en tus versos
Un abrazo