Solté por fin mi cabeza en tu pecho, y me dejé llorar. ¿Viste? Sigo siendo la misma niña asustada que alguna vez te viste obligado a cuidar.
¿En qué momento me convenci de que tenía que ganarme el amor?
No puedo seguir sin la certeza de que me amará. No resisto la idea de ser rechazada o no querida.
Y no puedo.
No puedo porque yo misma me he negado. Porque yo misma he maltratado y yo misma no he amado.