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Habitación 507

Ella estaba en esa habitación fría acompañada del insistente ruido de la máquina que controlaba los latidos del corazón de él. De vez en cuando, con los ojos hinchados de no dormir lo suficiente por el sufrimiento constante, se daba la vuelta para mirarle; intentando contarle lo que estaba sintiendo pero no le salían las palabras; además las lágrimas le impedían de algún modo emitir toda las emociones que le habían abordado tras verle por primera vez en aquel lugar.

Mientras tanto, él estaba ahí en aquella cama con un pie escayolado y la mano vendada; en ese momento en su mente empezaba a recordarla, sentía su aroma que olía a vainilla con un toque a canela. Recordó sus besos en invierno que caldeaban sus labios para luego regalarle una sonrisa de esas que a él le paraba el corazón. De repente sintió oír su carcajada como la primera vez que la vio en aquella fiesta con su largo vestido negro mientras caminaba risueña hasta toparse con su mirada sintiendo una inexplicable conexión.

Por otro lado, ella estaba tumbada en el sofá de la habitación del hospital incapaz de dormir a pesar del acumulable cansancio que llevaba arrastrando desde día atrás. Empezó a sentir la soledad que había sido la única compañía a escondidas, sabiendo que si él no se despertaba tenía que hacerla frente. Lo que más odiaba era sentir esa impotencia de no poder hace nada, haciéndola ser incapaz de gritar fuerte todo el dolor que estaba guardando. Luego empezó a culpar al destino por haberle mostrado el amor de verdad e intentar arrebatárselo como si nada; dejándolo a su suerte en un frágil hilo y a la merced de la vida o la muerte. Tras ese momento de desesperación,consiguió dormirse.

A la mañana siguiente al despertarse se acercó a la cama de él cogiéndole la mano. En ese momento, él volvió a recordarla con sus ojos azules como el cielo mientras empezó a sentir que todo el espacio alrededor de ella desaparecía. Despúes se encontró en una oscuridad total sintiendo una luz detrás latiendo mientras que en frente vio cómo ella se había dado la vuelta para comenzar a correr hacia lo desconocido mirándole de vez en cuando con la mano tendida hacia él.

Entretanto en la habitación ella estaba con la cabeza apoyada en el pecho de él hasta que algo la hizo vibrar. Sintió un movimiento casi imperceptible en su mano apretada en la suya haciéndola cambiar su gesto apenado a uno de asombro total mientras su voz empezó a llamar a la doctora.

Tras la buena noticia de la doctora de que había más posibilidades que despertará en cualquier momento, ella estalló a llorar mientras volvía a apoyar su cabeza en el pecho de él y le volvía a coger la mano fuertemente. Mientras tanto, él en su mente empezó a sentir en esa oscuridad la mano que sostenía sin saber a dónde le conduciría hasta que notó un ruido que le desgarraba todo su ser e instintivamente la abrazo mientras notaba su cuerpo esfumarse y una nueva luz más clara iba entrando en él, hasta hacerle abrir sus ojos.

Estaba en una habitación blanca donde notó la presión de la cabeza de ella en su pecho mientras lloraba e inmediatamente apretó su mano con fuerza. Ella levantó la cabeza asombrada por ver como dos ojos castaños hermosos ojos la miraban con una sonrisa imprevista para luego decirle con claridad: “No llores, te quiero Ana”.

Ana sonrió para luego besarle como si fuese la primera vez mientras acercaba sus labios a sus oídos para susurrarle: “Te quiero Erick”.
Edmun29 de marzo de 2016

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