TusTextos

Otra Noche.

Pues aquí estoy. Tumbada en la cama, bolígrafo en mano, tratando de escribir algo coherente ya que he desistido en eso de dormir… Miro el móvil, quizás esperando un sms de esos que me hacían sonreír, una llamada perdida de un número que no tenga porque le has pedido el móvil a alguien para llamarme, o no sé, una señal, algo… Pero la única imagen que mi móvil me devuelve es la de un fondo negro bajo un reloj digital que marca las 3:27. Menudas horas eliges para colarte en mi mente…

Tratando de conseguir un poco de sueño, abro el reproductor y selecciono la lista de reproducción “Slow” que tan minuciosamente creé con las canciones lentas que más me deprimen. Hago click en una al azar y aparece esa canción. Sí. ESA. De las 95 canciones que contiene esa lista y que suponen 6 horas y 32 minutos de música lenta, aparece justo esa. ¿Casualidad? ¿Putada por parte de mi móvil? Qué importa… Me limito a dejarla sonar mientras miro al techo con poco interés. Cierro los ojos, y las frases que se van sucediendo durante la canción se convierten en cada uno de los momentos que me hiciste sentir bien, especial, única, querida, feliz… Llámalo como quieras. El caso es… Que de repente me veo tumbada en el césped de aquel parque, mirándote a los ojos, sintiendo esas ganas de comerme el mundo contigo… Y por un momento todo es genial, sonrío… Pero de repente siento una sensación extraña. Tu mirada cambia, tus ojos se nublan, tus labios vacilan… Y cuando me quiero dar cuenta te sorprendo arrancándome el corazón. Y así, sin decir nada, desapareces, pero yo tengo un agujero enorme en el pecho y mi respiración se hace cada vez más difícil… Me has dejado aquí, tirada como a un juguete roto, y te has ido sin importarte nada, sin importarte yo… Mi cerebro no lo asimila, mis articulaciones se agarrotan, intento levantarme y me caigo… Acaba la canción. Abro los ojos, ni siquiera me había dado cuenta de que habían estado derramando lágrimas, pero la visión borrosa de las sombras nocturnas de mi habitación lo confirma. Miro el móvil, acaba de empezar otra canción que solía disfrutar contigo. Abro la galería, idiota de mí, para tratar de poner un fondo de pantalla más alegre, no sé, alguna foto sonriente con Eva, Carmen, Celia, Martín, Mir… Mierda. Tus fotos siguen aquí, y esa canción de fondo no hace más que empeorar las cosas. No puedo evitar que unas pocas lágrimas rebeldes recorran mi cara al darme cuenta de cuánto te echo de menos y de cuánto me había engañado a mí misma creyendo que ya eras historia, convenciéndome de que eras uno más, de que yo era incluso más feliz sin ti… Pero todo sigue ahí metido, en lo más profundo de mi cabeza, en ese pequeño rincón de las pocas cosas que cobran verdadera importancia para mí… En ese momento trato de odiarte, aunque sea un poco, una puta milésima parte de lo que te echo de menos, pero una vez más me resulta imposible. Y una vez más, una noche más, recuerdo cada segundo contigo, todo se sucede como un pase de diapositivas, todo. Me incorporo. Sobre mi impresora sigue esa piedra tan curiosa que me diste, ese “ojo de león”… Instintivamente bajo la mirada y eso me lleva a pararme a pensar en esta cama, otro recuerdo más sobre el que duermo cada noche… Me levanto, miro por la ventana… El parque donde pasaron tantas cosas contigo está oscuro, hostil, desierto… Abro la ventana y una brisa se precipita dentro de mi habitación. Suspiro. Enciendo un cigarro, y eso me lleva a recordar tu ocurrente metáfora entre la fugacidad de la vida y la rápida combustión de un cigarro convencional, lo que me lleva a mirarlo con añoranza, tristeza… Calada tras calada mis pulmones van acumulando humo y el cigarro se va consumiendo […]. Ya sólo queda la chusta. ¿Recuerdas…? Tú eras mi fumachustas… La miro fijamente, como esperando que aparezcas detrás de mí para cogerla y matarla mientras me abrazas fuertemente… Pero evidentemente, lo único que sucede es la entrada de otra corriente de aire que alborota mi pelo. Suspiro de nuevo… ¿Por qué no puedes desaparecer de una vez de mi vida? Ni siquiera te saludo, ni siquiera te tengo en Tuenti, ni siquiera tengo ya tus mensajes, ni siquiera tengo nada que conserve tu olor… ¿Por qué cojones no consigo olvidarte? ¿POR QUÉ? Además, sé perfectamente que ahora mismo en lo último que puedes llegar a pensar es en mí. Seguramente ni recuerdes la mitad de sonrisas que yo. Probablemente ni me merezcas, pero la teoría suele quedarse en eso, en simples palabras, y en la práctica todo vale, tenga o no sentido, tenga o no carácter masoca… […]

Han dejado de importarme tantas cosas desde que todo se esfumó, que ya ni siquiera me importa qué niñato/a cotilla y morboso se esté leyendo esto. Tampoco me importa fingir que estoy de puta madre, al fin y al cabo eso evita las preocupaciones y compasiones ajenas… Pero la verdad es que esta noche, a las 4:14 de otra madrugada más, escuchando esta vez a Lechowski con su “Por Amor Al Odio” de fondo que tanto me identifica últimamente, lo único que me apetece es desahogarme, contar todo esto que me oprime y conseguir al menos unas pocas horas de sueño y de no pensar en ti, siempre y cuando hoy no sueñe contigo...

No sé… Esto me supera, tengo que cambiar el chip. Yo, yo… Bah, mañana lo pensaré. Voy a tapar el bolígrafo (no quiero gastarlo, tiene que aguantar esta semana de exámenes que se me viene encima), apagaré el móvil, cerraré la ventana, me meteré lentamente en la cama, cerraré los ojos y pensaré en unicornios rosas trotando por el país de la Piruleta. Sí, e
Elemotion05 de junio de 2011

1 Comentarios

  • Happiness

    me encanta no te preocupes no eres la unica mas o menos estoy en la misma situacion!
    Animo :)

    06/06/11 01:06

Más de Elemotion

Chat