Quiero que Siga Siendo Verano.
Nunca pensé que las noches de verano pudieran ser así. Que pudiera tener esta visión borrosa de la pantalla del ordenador o simplemente que las cosas se rompieran tan fácilmente. Los recuerdos, las sonrisas y los sueños, frágiles, chocan contra el frío suelo para acabar estallando en miles de pedazos como si de una figura de cristal se trataran. Cada palabra con la que atacas, se clava en mi desgastado corazón como un cuchillo, atravesándolo en una espiral de dolor de la que esta noche ya no sé salir. Porque mientras este triste pero vital músculo se desintegraba, has desaparecido en la oscuridad sin mirar atrás. Y ahora estoy, me siento, más sola que nunca. Preguntándome si ya duermes, o si mantienes la vigilia preguntándote, al igual que yo, cuál es el error en esta ecuación. Si soy yo, eres tú, somos los dos o sólo nuestros indefensibles actos. Pero sigo sola, mareándome con mis dudas y precipitándome al vacío una y otra vez. Perdiéndome en mí misma una vez más y tratando de encontrar un motivo coherente. Sin ayuda, sin ti... Abandonada en la negrura de la nada,
Al menos, de lo que sí parezco estar segura es de que tú eres aquello que me mantiene con vida, y es por eso por lo que por muchas dificultades siempre conseguimos salir adelante. No sabría decirte si este es sólo un bache más pronunciado que el resto o una tonta discusión. Pero no puede ser el bache final... No puedes fallarme. Sé que no lo es porque se me inundan los ojos sólo de pensarlo, y porque hay dos palabras que nunca nadie podrá arrebatarme de la boca, y que siempre llevarán implicado tu nombre: Te amo.
Hace un año el verano te trajo a mí, y este año no puedo dejar que el verano te lleve. Sería un invierno eterno.
