Y conforme los días iban pasando,
se convirtió en mi mayor necesidad
y tuve miedo de no ser su ansiedad;
en días y noches la vivía clamando.
Pero los días continuaban pasando
y mi corazón perdía la intensidad
y me llene de tanta inseguridad;
la amarga duda me estaba matando.
Y después de dolorosas inclemencias,
pensando en su posible indiferencia,
supe que se interesaba en mí.
Le oí decirlo un viernes por la tarde,
volvió la convicción a este cobarde,
al saber que se interesaba en mí.