Y conforme los días iban pasando,
se convirtió en mi mayor necesidad
y tuve miedo de no ser su ansiedad;
en días y noches la vivía clamando.
Pero los días continuaban pasando
y mi corazón perdía la intensidad
y me llene de tanta inseguridad;
la amarga duda me estaba matando.
Y después de dolorosas inclemencias,
pensando en su posible indiferencia,
supe que se interesaba en mí.
Le oí decirlo un viernes por la tarde,
volvió la convicción a este cobarde,
al saber que se interesaba en mí.
Hola amigo...
la duda...siempre una consegera de dudosa intencion...
me gusta la sinceridad en tu escrito en una situacion bastante comun...
un abrazo y mucha suerte para ti