Los niños corren por doquier,
la danza del barrilete
se deja ver,
en el gris
que un día fue celeste.
La abuela pelea
con un par de hojas
que el viento trajo
y no se llevo.
En el pueblo,
a las muchachas
que acarrean el agua,
para los quehaceres del hogar,
con una mano,
les toca el cantaron afianzar
y con la otra la nagua,
es que si no
octubre
todo lo descubre.
Muy bueno,como siempre es un gran placer leerte.
Un abrazo.