Aún lleva los estigmas del dolor,
impregnados en su grácil corazón,
pero aún vive en ella la ilusión,
y el desmán de esperanzas en el amor.
Y vive los dÃas
en noches extensas,
y vive a expensas
de las fantasÃas.
Y va por los cielos
vestida de ceda,
en su constante vuelo,
en busca de la alegrÃa.
Su rostro brilla,
cual lucero profundoÂ…
“Dios, que no se apague su alegrÃa”;
¡que tanto bien hace a este mundo!.