El canto de un gallo mal vivido
me despertó temprano
(como lo hace siempre),
pero seguí en la cama
haciéndome el dormido;
cual si aun fuese diciembre.
Al llegarse la siete:
agarre mi mochila,
me embolse un billete
y ala retahíla
y cuando al salón de clases llegue,
todos habían entrado,
tan pronto entre
un asiento busque;
pos la clase ya había comenzado
Y mientras nos presentábamos
ante el profesor,
una niña blanca
de lindas mejillas,
me hizo cambiar de color
y hasta se me aflojaron las pantorrillas.
jajaa un poema muy original, me ha gustado!