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Adagio 31 de marzo de 2013
por elinea
La suave melodía del Cello sostenía sus suspiros. Mientras, sentado en la soledad de aquel jardín perdido, contemplaba ante sus ojos el pasar de las nubes y el tic tac del tiempo. Era consciente de que había hecho muchas cosas mal, de que podría haber hecho feliz a las personas de su alrededor y sin embargo se decantó por el camino fácil, aquel carente de una melodía feliz.

El viento atravesó entonces el jardín, llevando consigo el olor a recuerdos. Las lágrimas resbalaban por las mejillas del anciano, que aún se esforzaba por ver con claridad a través de su turbia vida; sus manos ya no estaban tan ágiles como en aquel entonces y los sentimientos que ocultaba habían perdido su vía de escape. Era triste ver cómo el tiempo era tan cruel con las personas y cómo la vida favorecía de una forma tan desigual. Sin embargo, todo aquel sufrimiento le llevó a ser quien era.

Años atrás luchó por ser un famoso concertista, intentaba plasmar a través de la música todo aquello que no se atrevía a decir con palabras, y ciertamente lo conseguía, sus manos eran capaces de crear las vibraciones idóneas en las cuerdas de su Cello, la gente era capaz de percibir el dolor que desprendían sus composiciones y aquello, era lo que creaba esa conexión tan fuerte entre su música y las personas que le escuchaban. Estaba orgulloso de su obra, pero no de las sensaciones que la inspiraban; su inspiración se esfumaba cuando aparecía su sonrisa, era cruel y se escapaba eliminando cualquier atisbo de esperanza. Aquel hombre llegó a la conclusión de que para cumplir su sueño debería verse obligado a mantener aquella angustia y tristeza constante, las cuales llevaban de la mano la musa más importante para los artistas , la inspiración nata, nacida del dolor, de la experiencia y de las personas que se iban quedando atrás en el tiempo. Para él, cada nota significaba una inspiración, una exhalación, un ir y venir de pensamientos e ideas, de malas decisiones y de arrepentimientos en cada silencio. Como cualquier ser humano repetía sus errores en cada estrofa, y era consciente de ello. Logró el éxito que buscaba, pero a qué precio... No pasaba un solo día de su vida sin pensar en ella, en la verdadera razón de su sufrimiento, la verdadera musa de su obra. Ella, a la que no valoró lo suficiente y a la que acabó perdiendo sin poder evitarlo.

Bajo la lluvia se sentía reconfortado, era capaz de camuflar las lágrimas, de mirar hacia el cielo y tener el valor de pensar cómo habría sido todo si hubiera tenido otra oportunidad. La vida no iba a ser tan amable y así, entre la lluvia y el breve recuerdo de su música el tiempo cesó.

2 Comentarios

  • Voltereta

    La vida es como una sinfonía, como una novela o como una poesía; por más que uno se esfuerce nunca acaba por verla completa. Tienes una forma de dar salida a tu interior muy interesante, he leido varios textos tuyos y todos me parecen dignos de mención.

    A partir de su lectura he llegado a vislumbrar que tratas de llegar a encontrarte a ti misma a través del arte y su belleza. Una búsqueda harto dificil pero no desesperes, quizá algún día logres alcanzar tu meta.

    Mientras tanto seguiré leyéndote.

    Un saludo.

    31/03/13 11:03

  • Elinea

    Agradezco tu comentario Voltereta, un placer que alguien como tú intente comprender las absurdeces de mi mente.

    Un saludo.

    02/04/13 12:04

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