Habrá una luz en el infierno,
que seguiré sin miramiento.
Existirá perenne en mi fantasmal
entendimiento.
Mientras tanto seguiré contemplando,
embelesado,
en tus ojos el firmamento.
A donde voy mi vida, no podrás seguirme.
Pero guárdame en tu angelical memoria,
en ésta vida y en la otra.
Creo en lo sempiterno,
que eres tú.
Y creo en entregar mi vida
tantas veces,
aunque después ya no vuelva a verte.
E, inmarcesible,
esto que en mi corazón crece.
A donde voy, amor, no podrás seguirme.
Guárdame en tu corazón mi niña,
desde ahora y para siempre.
Ni las brasas del averno,
ni la promesa del paraíso,
falaces ilusiones que palidecen
trémulas ante tu inefable mirada,
de oscura miel,
lograrán minar mis aspiraciones y anhelos.
A donde voy, mi corazón, no podrás estar conmigo.
Procúrame en tus sueños,
que tu onírico mundo será mi cielo.
Nuestro tiempo es ahora, seres improbables
existiendo en las infinitas posibilidades
de nuestras decisiones.
Buscándonos en el otro
y encontrándonos vulnerables,
ante tu tierno rostro.
a donde esté, volveré a ti,
porque aunque sucio y patético,
una chispa divina existe dentro de mi.
Es un gran poema.