Llega un momento en nuestras vidas en el que sin quererlo nos olvidamos de esa mascara que utilizamos día a día para que otros crean que somos fuertes y que nada puede hacernos daño, y es entonces cuando nos damos cuenta de lo indefensos que nos encontramos en este mundo y que por mucho que digamos que somos fuertes no lo somos, todos tenemos nuestro corazoncito y por mucha chapa y pintura que le metamos, cada pequeña herida que tiene cada vez es más profunda y cada vez duele más.
Y es cuando no sabes que hacer si pedir ayuda o guardártelo todo en tu interior ... porque piensas que nadie será capaz de comprender y mucho menos capaz de ayudarte, porque bien sabemos que en esta vida la mayoría de la gente se ríe de los males ajenos y muy pocas personas son las que empatizan contigo y tratan de apoyarte, tratando de sacarte una sonrisa.
Y es que la vida es muy perra, y siempre juega una mala pasada a quienes menos se lo merecen.
