I
Hoy, la soledad está de guardia. Ni patria, ni reino. Ni dioses, ni maestros. Solo manda ella. La quimera se vuelve espuma al entrar en contacto con la realidad. La relatividad de los actos y sus melancólicas ramificaciones.
Quise ser yo, pero no pude,
¿Quién eligió por mí?
Voz firme y rasgada,
alguien que siente algo más.
Paso firme, marcial.
Lo convierte todo en ceniza,
en lodo, en nubes verdes.
Todo pasa a través de sus ventanas,
Y en su cristal, se reflejaba la luz.
Era de acero. Casi ni se inmutaba,
regulaba la intensidad con maestría,
y te hacía preso.
¿Cuántos minutos han pasado
desde la última vez?
Sé que sabes la respuesta.
No cerraste al salir, y yo,
esperaba el portazo. Fallo mío.
