El horror yace frío en tu mirada,
oscura presencia en el espejo,
siento el sucio sudor previo a la muerte
y tu sonrisa me deja perplejo.
Amarga por tus desérticas venas
hoy corre la sangre luciferina
que da comienzo a la putrefacción
bajo la luna de estirpe divina.
En este templo sucio y abandonado
algo nefasto atormenta a tu alma;
dioses que habitan en la oscuridad
y esperan a devorarte con calma.
Derramo vino en tus obscuros ojos,
celebrando tu anhelo profano
de retornar como una rosa muerta
y ser la melodía de lo arcano.
¿Recuerdas mi atormentado nombre?
Te llamo en las noches ebrio de miedo,
¡Oh, lujuriosa reina de los hombres,
quémame con tu gélido silencio!