Ruta Silenciosa
Hoy camino por calles poco transitadas, voy buscando la respuesta de la trágica pregunta que me clavaste en el alma aquella perdida mañana de primavera, guardo silencio y procuro llevar conmigo un semblante reflexivo que elimine toda sospecha sobre mí.
Aquella pregunta no deja de seguirme, me atormenta como los cuervos que nacieron de tu temerosa mirada, ¿recuerdas ese momento? ¿aquella mañana maldita? Ocultamos los cuerpos bajo los tablones de madera que jugaban a ser la dentadura de un frío piso que solíamos llamar "nuestro". Y como el "Corazón Delator" de Poe la culpa nos terminó por devorar, cediste, y me preguntaste en un tono que solo puede ser llamado aterrador: "¿Dónde está el tercero? ¡Efectivamente solo habían dos de los tres cuerpos! Vi en tus ojos el destello enceguecedor del miedo, sentí como las serpientes del horror trepaban por nuestras piernas y nos iban devorando lentamente, el sudor corría por tu frente, una lágrima brotaba de tus ojos y temblabas, ¡temblabas amor!
Ahora cargo con la cruz de la culpa en la espalda, ni siquiera queríamos matarlos, fue todo un malentendido, ¡sin embargo lo gozamos tanto como pudimos! El sabor del pecado en tus labios, la sensualidad de saber que estábamos cometiendo un acto diabólico, el aroma hipnótico de la locura y el sonido de los cuchillos entrando y saliendo, ¡que sublime! ¡que delicia! No te arrepientas querida, se lo buscaron por ver aquello que mora en nuestro sótano, el pequeño secreto que guardamos y pactamos jamás revelar.
Busco la respuesta, busco la respuesta porque debe ser igual de deliciosa que los demás sacrificios que realizamos en su nombre.
