Hoy, queridos nietos, he exhalado mi último suspiro. Hoy La Parca ha decidido que el fin de mi viaje ha llegado, que era necesario comenzar otra etapa. Hoy 27 de Marzo, he dejado este mundo que vosotros estáis empezando a conocer, y lo que tengo que contaros en esta carta no es demasiado alentador me temo.
Os lego un mundo de odio, tristeza y rencor, un mundo en el que la bondad se está extinguiendo, en el que el poder se consigue a través de la implantación del terror. Os lego un mundo en el que no tendréis una mano amiga que os levante cuando habéis caído, no tendréis un hombro sobre el que llorar cuando os sintáis solos, ni siquiera un compañero de corazón humilde cuando la congoja se apodere de vuestra alma y sólo queráis llorar. Os lego un mundo que no respeta a la naturaleza ni a la vida, un mundo en el que prima la ley del más fuerte, en el que el sensible es aquel al que hay que aplastar y en el que tu debilidad se convierte en tu soga, pues nadie puede arriesgarse a tenderte la mano. Os lego un mundo de miedo, un mundo envenenado por la codicia, un mundo en el que las vidas humanas no tienen valor pues mientras unos acumulan riqueza, otros se mueren de hambre. Os lego un mundo en el que el ser humano está llevando el planeta al límite.
Pero, por favor, no perdáis la esperanza niños, no todo es malo. El mundo que os estoy legando tiene también maravillosos espectáculos naturales, tiene increíbles paisajes y magníficos animales, tiene cristales preciosos, cuevas de ensueño, y obras de arte en forma de cataratas. También tiene especies exóticas como el ser humano, que aunque ha cometido y comete muchos errores, es capaz de aprender de ellos, es capaz de amar. Es una especie que igual que puede aplastarte cuando te sientes vulnerable, puede sentarse a tu lado y llorar porque tú estás llorando. Igual que puede quitarte tu pedazo de pan de la boca, puede compartir su comida cuando ruge tu estómago. Igual que puede ser destructivo con sus congéneres, puede ayudar a los que más lo necesitan sin pedir nada a cambio. Igual que puede ser un ferviente defensor de la guerra también puede buscar la paz.
Mis queridos nietos, hoy yo abandono este mundo que igual que se ha portado bien conmigo en muchas ocasiones se ha convertido en un auténtico reto para el transcurso de mi vida. A pesar de ello hoy, a mis 89 años, puedo decir que me voy en paz, que he hallado la auténtica felicidad, la auténtica esencia de la vida, y hoy puedo dejar que sigáis vuestro camino en solitario. No lloréis por mi ni me echéis de menos, todas las noches podéis mirar al cielo y sentiréis que estoy ahí, cuidando de vosotros.
Hoy os lego un mundo que puede ser cruel y maravilloso al mismo tiempo, y es vuestra tarea decidir qué clase de seres humanos queréis ser. Hoy podéis empezar a cambiar el mundo.

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