Sale de prisa y con temor. Joven casi adulta, la bronca le ganó al amor.
Toma un camino desconocido mientras se guía más por los sentimientos que por las calles de la ciudad. Hace frío y la noche ofrece solo tinieblas, ingresa al bosque sin dudar. Cree lograr escaparse de sus temores pero no encuentra esa paz.
Oye ruidos extraños, mientras sus ojos se posan en el horizonte lejano. Solo la luna la acompaña y nadie más. Los animales nocturnos la toman de huésped en esta oportunidad pero dudan de su lealtad. Encuentra una roca entre tanto césped húmedo y se posa a pensar. Cuanto más profunda es la noche, más terror siente.
Su cuerpo resbala tanto como sus sueños en la almohada, de esos que al salir la empujan hacia el maldito bosque. Árboles decoran esta ocasión pero muchas veces han sido otras especies las integrantes de sus pesadillas. Monstruos nocturnos, se posan en su mente, ingresan de repente y son complicados de sacar.
El alba llega mientras ella descansa, logró dormir un poco. Sus pies mojados indican que el rocío comenzó a levantarse y ya esos animales no están. Tampoco sus malos pensamientos y ha logrado ese temor ocultar.
Se levanta de un tirón, su vestido empapado y su cuerpo poco cálido, comienza a caminar. Esos guardianes altos siguen ahí,pero ya no la observan tanto como antes ,la ignoran mientras son utilizados por las aves que también han amanecido.
Llega a la calle y sigue su andar...entiende que otra noche ha pasado y sobrevivir logró, aún no se ha dado cuenta que solo por hoy...quién será la que la empuje otra noche hasta ahí.
