Duerme sin esperar un nuevo dia. El golpe la mantiene callada en su cama, esperando alguna caricia, algun abrazo o tal vez otro golpe que ponga fin a todo. Dos o tres días van de este purgatorio que ya es infierno.
Otra mañana, otra vez sin ver el sol, ni su propia sala. El niño tambien sufre, ve en los ojos de su madre el terror de la noche anterior. Un empujón lo saca de la habitación. El ruido de la puerta lo aturde, corre abajo de la mesa tapandose los oidos. A ella la tomó del brazo, la tiró en la cama. El niño contaba cada golpe.
Un plato de sopa no calma el dolor. Siente el brazo de su madre, lo toma y se van.
Mucho que no subo. Mucho que no escribo. Saludos.