Resulta que a Ramiro le gusta mucho reventarse los granos, pero no deja que otros lo hagan. Ese día se miró al espejo y encontró uno en el medio de la frente. Era de mañana, y quería reventarlo pero no podía y le lastimaba. No quiso demorar para ir a la escuela, y dejó el grano tranquilo. A el no le avergüenzan sus granos por eso no se los tapa con el pelo. Pero en matemática se durmió, y justo estaba Jessica, a ella le gusta reventar granos ajenos. Aprovechó el descuido absoluto de Ramiro y procedió a reventar al individuo rojo que reinaba en su frente.
Llegó a su casa pero se había olvidado de su grano, cuando se acordó no lo encontró en su frente. El dedo húmedo. Percibió un huequito y le dieron ganas de sonarse. Se sonó y, por la fuerza, de ese huequito salió un líquido espeso gris. Lo raro fué que Ramiro no podía resolver ningún cálculo matemático, ni siquiera separar en sílabas.