-Calles-
Las calles de mi ciudad
vuelan en sus respectivos puntos cardinales
cuando sopla el viento
pero aveces una sale al este, y al oeste
y las avenidas se desesperan,
porque las calles son hijas de las avenidas.
Algunas se nutren de árboles y de charcos
otras mueren cada día a pisotones
por la corrida del peatón apurado
frenadas de camiones y autos descarrilados,
pero renacen al ser lavadas por la lluvia.
Son testigos silenciosos de lo ocurrido
en las noches oscuras y llenas de miedo,
hogar de charcos de sangre y balas perdidas,
hogar de montones de hojas secas
vestidas de otoño y danzantes en el viento.
-Curando-
Se ven las heridas abiertas todavía,
aún sangran aveces.
Yo les ofresco el agua oxigenada de la pintura, de las paredes,
y el merthiolate de una guitarra.
Estas cosas las hacen aliviar
pero no las sanan.
No pude esperar más, o quizás sí
en el fondo espero,
pero no me doy cuenta.
Aveces los sentimientos desaparecen
o yo no los encuentro,
o nadie hace nada para encontrarlos.
A veces me pregunto donde está tu corazón.
Pero estoy curandome, de a poco
gota por gota el ardor del alcohol,
que tanto me espantaba en mi infancia,
me está cerrando las heridas.