En Sodoma y Gomorra
encontraron la excusa divina
para odiar al distinto.
Ignoraron el contexto y cambiaron el texto
de una pequeñez de tinta
fundaron una discriminación eterna.
No en el más allá, solamente,
sino en el acá y ahora
les impusieron el nombre de marica, invertido, raro
o el de marimacho, tortillera, lesbiana.
Ajustaron el estereotipo
a sus más bajos instintos de dominio
y los obligaron a mendigar cariño, negándoles el trato de iguales.
Transcurrieron días y años, siglos y milenios.
Desde argentina, por el 2010, algo hizo un cambio.
Y hoy pueden casarse, dos personas,
cualquiera sea su sexo, simplemente, porque así lo quieren.
Así... como Dios manda.
Todo ser humano tiene derecho amar y que lo amen a mujer hombre hombre hombre mujer mujer