Apoyada en la ventana,
viendo como el cigarrillo se quema
en la punta de tus dedos,
asomado al abismo
de este quinto piso,
desgastándose
y cayendo
hasta el fondo,
hasta el final,
pensando en quien sabe que,
mientras te retrato en mi cabeza
con tu piel de porcelana
salpicada por mil y un lunares.
Tomo dos vasos
y los lleno de vodka,
jugo de pomelo
y hielo
y brindamos
apoyándonos en la ventana
enfrentando millones de estrellas
que se asoman
entre las luces de los edificios
en el medio del azul profundo
de un cielo pintado a mano.
Enciendo la radio
y están pasando aquella canción
que ya todos sabemos de memoria
y comienzas a cantarla
en silencio,
mientras me pierdo en la mímica
de tus labios,
en el calor de tus manos,
que se pierden en mi cabeza,
cara a cara,
atraídos por una fuerza misteriosa
nueva, fresca, fascinante,
inagotable.
En ocasiones
la vida te empuja
contra ciertos rincones
contra ciertos abismos
y entonces no hay mas opciones
que cerrar los ojos,
respirar profundo
y dar el paso.
El resto
es solo poesía.
