Caminan los años por la cornisa del tiempo
así la eternidad se vuelve la suerte de caer a la nada
y el viento arremolinado va empujando la soledad de esos pasos
-nuestros pasos - que van hacia adelante.
Al principio o al final de la vida la virtud es resistir,
sobrevivir a la carne podrida de la carnicería humana y
a los despiadados siglos, a la realidad caníbal del día a día.
Persistir entre la raza nueva sin forzar nada,
dejando que lo natural sea el hoy o, al menos, su guión.
Tratando de sentir como revienta el momento.
Quizás la recompensa del tiempo sea la de perdurar en él.