Plop, plop, sonaban las gotas en el marco de la ventana, dibujando caminos en el vidrio, infiltrandoce en las ranuras.
Plop, plop, seguían sonando cuando se alejo de la ventana, y bajo las escaleras. Fue hacia la cocina intentando sacar nubes negras de su cabeza, mientras la lluvia cantaba escribiendo sus notas en la puerta del patio. Prendió el televisor, nada mejor para sacarte ideas de la mente. Plop, plop sonaba afuera, colándose entre los guiones de las series y películas baratas de las dos de la tarde; ese domingo había decidido que sus preocupaciones no iban a escapar de sus pensamientos.
Plop, plop seguía sonando mientras el teléfono sonaba, y el monótono ruido del choque de agua y piso no se detuvo cuando la voz dentro del teléfono anuncio malas noticias.
Crash, crash sonaba en su mente, cuando aún más preocupaciones lo inundaban y goleaban su cráneo sin piedad...
Afuera en la calle, la ciudad se abollaba ante el granizo, y el despiadado domingo había decidido que ese era su final.