Después
yo no quería esto.
no quería abrir
uno
a
uno
los cajones y armarios de la habitación
en la que antes iba a despertarte o a hablar contigo.
no quería rebuscar entre la intimidad de tus cosas
y seleccionar cuáles convertir en recuerdo
y cuáles desechar al olvido.
no quería arreglar esquelas
ni imaginé que acabaría escogiendo un ataúd
en el que te vería arder hacia el infinito.
no quise elegir entre las urnas de una estantería
aquella en la que irías a vivir conmigo.
no me gusta.
porque antes estabas presente en cada momento
y ahora me siento culpable
porque lloro,
trabajo,
planeo,
río
y vivo
sin ti aquí.
siento que vivo tirando
de un desgarrón que une mi yo de ahora
con el último yo que fui contigo
y cuanto más tiempo pasa
más profunda es la brecha
y más cerca parece estar el olvido.
lo odio.
te necesito aquí.
ahora hay una radio en un cajón que no se usa
porque nunca me gustó oírla
pero era algo indispensable para ti
y me desesperé
agarrando partes de tu esencia
para que no se me escaparan
en mitad de la crueldad de los meses que estaban por venir,
amenazando con borrarte de mi memoria.
el vacío me llama
con la promesa cálida
de volver a estar cerca de ti.
la oferta a veces es realmente tentadora,
difícil de resistir.
haría cualquier cosa por poder volver a verte.
porque no elegí salir corriendo del trabajo
y volar en un taxi hasta la habitación
donde comprendí que no habías esperado a despedirte.
siempre me ahorraste todo el sufrimiento que pudiste
y ahora no tengo claro
qué partes de mí y de ti
siguen en alguna parte,
milagrosamente perdonadas por el desastre
que se instaló desde que tuviste que partir.
nadie me avisó de que dolía tanto el duelo.
un día me prometiste ser mi ángel de la guarda
y al siguiente yacías muerto frente a mí.
la vida va más deprisa que el pensamiento,
que el corazón,
que la resiliencia.
de todos los golpes que me asestó el destino
perderte fue probablemente el más certero,
el más triste,
el más cruel.
pero también el más esperado.
temía el abismo que vendría después.
después de tu muerte.
después del funeral.
después de la primera semana,
del primer mes.
después del primer día del padre.
después del primer cumpleaños.
después.
y no mentiré diciendo que han sido días fáciles
pero lo que más me aterroriza
son los días en los que la rutina me abraza
y me impide acordarme de ti.
en los que vivo con normalidad
hasta que entro en la habitación y tu urna me reprocha,
silenciosa y fría,
que devuelva la atención a la pérdida irrecuperable.
a veces siento que vivo en dos líneas temporales
y que tiran de mí de un lado y otro
hasta que acabe por romperme.
he perdido la cuenta de la cantidad de veces
que he llorado abrazándote a través del metal azul.
ya nada es lo mismo.
¿cómo podría serlo?
no, no elegiste esto.
no, no lo elegí.
de mi blog: https://myowncarpediem.blogspot.com/