Siento que te pierdo y se me cae el mundo encima. Noto cómo el hueco entre tus dedos y mis manos va creciendo segundo a segundo y me desespero, me ahogo, no respiro. Y aún las huellas de tus dedos descansan en mi cintura, y aún el rastro de tus besos guía mis recuerdos a través de mi pelo.
Fuera llueve, el aire ruge con fiereza y siento ganas de gritar con la misma fuerza. El suéter me asfixia y aprieta, me tiemblan las piernas... siento frío, mucho frío. Y no estás. Y el teléfono no suena. Y no llega ningún email a mi bandeja. Tu ausencia se respira en cada esquina de mi habitación, en cada segundo que paso sin oírte.
Me siento culpable por haber sido tan pesada, por no haberte hecho caso cuando debí. La rutina nos comió de pleno y temo que ya no quede nada...
Pero, cariño, yo por ti haría cualquier cosa, lo viviría todo, me arriesgaría a saltar al vacío... si eso te hiciera feliz. Si tan sólo supieras lo mucho que te quiero, lo importante que eres para mí...
Pero te pierdo y no puedo moverme, no puedo hacer nada más que odiarme por dejarte ir... E imagino mis días sin ti, y no me gustan. Los odio. Pero están al caer, los huelo igual que ayer olía tu cuello.
Me desespero. Te pierdo. Me muero. Te quiero.
Pero quizá ya es tarde.
