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La Manina

Manina, te fuiste el jueves en la tarde.
Aun brillaba la luz del sol sobre Othello.
La providencia quiso que no estuviera solo
cuando llegó el aviso de tu muerte.
El guiso quedó encima de la mesa,
ya no quisimos comer, solo llorar;
llorar tu ausencia, porque la muerte duele igual
en cualquier lugar.


Manina, te fuiste el jueves en la tarde… en realidad hace tiempo
Que te fuiste. Desde que esa absurda enfermedad
encerró tu alma; oscureció la luz de tu entendimiento,
extravió tus recuerdos y llenó de sombras tu memoria.
Absurda enfermedad que en el colmo de su mal
magulló tu piel y seco tus huesos.
Ay manina, olvidaste todo, excepto tu dolor,
y al Vaquero, tu compañero por más de
50 años de vida.

No tengo que exigirle al cielo nada.
Porque un Dios justo y misericordioso miró
Tu sacrificio y redimió tu alma en la cuaresma.
tiempo de redención, misterio del amor divino.
seguro estoy que una corte de ángeles te llevó
sobre sus alas con el cuidado que solamente
la ternura de Dios, lo puede hacer.
El cielo se hizo fiesta y un comité divino te dio la bienvenida:
María tu mamá, luego Patricia y Chimino,
también el Tony y Oscar Ariel, te dieron la bienvenida.
Todos quisieron abrazarte.

Manina, que bueno que estas con ellos en el cielo.
Nosotros aquí seguimos llorando tu muerte.
Con el dolor más hondo de saber que a miles de
Kilómetros yace tu cuerpo dentro de un ataúd.
con la impotencia de querer estar contigo
y no poder.
Con la desesperación de querer hablarte, de darte un beso
y no poder. Sólo el amor que nos tuviste nos ayuda
a mitigar esta angustia.

Siempre fuiste así, amorosa; una hermosa y gran mujer.
De ancha sonrisa y corazón abierto.
Sencilla, alegre y generosa, hiciste la vida
fácil para todos.
Tú eras la manina de tus nietos y de los
amigos de tus nietos.
Consentidora, cariñosa, condescendiente
especialmente con ellos.
nos amaste mucho manina, por eso nos puede tanto tu muerte.

Manina nunca vas a ser olvidada.
Te recordaremos en el Vaquero, porque con él
dejas el signo más visible de tu amor.
Te recordaremos en los días de lluvia y con las flores de mayo.
En el ayuno y la oración de la cuaresma, te recordaremos.
En las tardes del verano, cuando la gente descanse en las banquetas
Te recordaremos.

El viento apacible del otoño vendrá con tu recuerdo
y en las fiestas de navidad hablaremos de ti.
Tu voz como hálito entrañable, estará en las grandes ciudades
que conociste y en la tierra patria que tanto quisiste.

Manina, que bueno que ya estas descansando.
Y allá desde el cielo tu mirada serena y tu oración amorosa,
será como un bálsamo que aliviará nuestra pena y
dará alegría a nuestras vidas.

Francisco115 de octubre de 2015

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